La Circuncisión No Terapéutica de los Niños y su Relación con el Estrés Postraumático

9° Congreso Internacional de Psiquiatría, Buenos Aires, Octubre 22-25, 2002.

E-Mail Gregory J. Boyle
Departamento de Psicología, Universidad Bond, y Departamento de Psiquiatría, Universidad de Queensland, Australia

Resumen

Unos 650 millones de hombres de nuestro tiempo han sido sometidos a la amputación forzosa de tejido genital erógeno durante la infancia o la niñez. Hay evidencia creciente de que la tal corte genital, además de causar daño físico y sexual, puede también causar daño psicológico.

En una encuesta hecha a 546 hombres circuncidados en la infancia, los sujetos informaron padecer malestar psicológico, resentimiento, enojo, sentirse violados, sentirse inferiores a los varones genitalmente intactos y también alteraciónes en las relaciónes sexuales (Hammond, 1997, 1999). Los hombres circuncidados han informado sentirse significativamente más enojados, heridos, incompletos y estafados sexualmente que los hombres genitalmente intactos (Bensley y Boyle, 2001).

Otros estudios (Boyle y otros, 2002; Menage, 1999; Ramos y Boyle, 2001; Rhinehart, 1999) han mostrado la presencia de trastorno por estrés postraumátic (PTSD) relacionado con la circuncisión en niños y adolescentes. Más aún, los hombres circuncidados en la infancia o la niñez con frecuencia han descripto sus experiencias en términos de violación, tortura, mutilación o violencia sexual (Goldman, 1997, 1999).

En vista de las implicaciónes en términos de los derechos humanos y de las responsabilidades legales de la circuncisión no terapéutica y no consentida de menores (Boyle y otros, 2000), es hora de examinar los efectos a largo plazo de la circuncisión. Entre estos hallamos una reducción de la sensación sexual, cambios en el desempeño sexual y posibles efectos adversos en la salud mental.

Based on a paper presented at the 9th Congreso Internacional de Psiquiatría, Buenos Aires, Octubre 22-25, 2002.

Abstract

Aproximately 650 million males and 120 million females living today have been subjected to forced amputation of erogenous genital tissue during infancy or childhood. Evidence is now mounting that such genital cutting, in addition to causing physical and sexual harm, may also cause psychological harm.

In a survey of 546 men circumcised as infants, respondents reported psychological distress, resentment, anger, feeling violated, feeling inferior to genitally intact males, and impaired sexual relations (Hammond, 1997, 1999). Circumcised men have reported that they felt significantly more angry, hurt, incomplete, and cheated as compared with genitally intact men (Bensley & Boyle, 2001).

Other studies (Boyle et al., 2002; Menage, 1999; Ramos & Boyle, 2001; Rhinehart, 1999) have reported circumcision-related PTSD in children and adolescents. Moreover, men circumcised during infancy or childhood have often described their experiences in the language of violation, torture, mutilation, and sexual assault (Goldman, 1997, 1999).

In light of the human rights and legal liability implications of non-therapeutic circumcision of unconsenting minors (Boyle et al., 2000), it is now timely to examine the long-lasting effects of circumcision--including reduced sexual sensation, changes in sexual function, and possible adverse effects on mental health.

En el mundo de habla inglesa, la circuncisión fue introducida como un procedimiento médico en la fin del siglo XIX como una respuesta a la histeria de masturbación (Hodges, 1997).

Obviamente, muchachos circuncidados no puede utilizar sus prepucios para el masturbación, de ese modo reduciendo la magnitud y la calidad de la entrada sensorial al centro del placer del cerebro.

La circuncisión infantil rutinaria no es terapéutica (American Medical Association, 2000), y es cirugía de reducción sexual.

Someter los infantes y niños a la cirugía innecesaria, perjudicial, irreversible tal como circuncisión no terapéutica es inéticamente y es en realidad abuso sexual del niño (Boyle et al., 2000).

Ninguna asociación médica nacional dondequiera en el mundo que ha estudiado el asunto (eg. American Academy of Pediatrics, Australasian Association of Paediatric Surgeons, Australian College of Paediatrics, British Medical Association, Canadian Paediatric Society) recomienda la circuncisión no terapéutica de los niños.

La evidencia neurobiológica sugiere que la inmadurez relativa en el sistema nervioso del infante pueda levantar la excitabilidad en la médula espinal (Andrews y Fitzgerald, 1997).

Además, las estrategias cognitivas para bregar y otras influencias corticales que descienden que se postuladas como parte de la teoría de control de puerta del dolor son desarrolladas menos en la infancia que más adelante en la vida (Fernandez, 1989; Maiz y Fernandez, 2000).

Así, el sistema para la modulación de las señales del dolor se desarrolla menos en los infantes de ese modo los haciendo susceptibles altamentes al dolor de la circuncisión.

La circuncisión causar claramente el dolor observable y el daño de tejido (véase la declaración común de American Academy of Pediatrics and American Pain Society, 2001).

Taddio et al. (1997) informaron que muchachos circuncidados manifestaron reacciónes fisiológicas aumentadas del dolor a las vacunaciónes de cuatro a seis meses después de la circuncisión sugeriendo un análogo de PTSD del infante.

La circuncisión sin anestesia constituye un acontecimiento muy traumático en la vida de un niño (eg. véase Rhinehart, 1999).

Ramos y Boyle (2001) estudiaron a 1577 muchachos filipinos (de 11-16 años) sujetados a la operación Tuli quiénes completaron posteriormente las escalas de grado del PTSD-I (Watson et al., 1991).

Casi 70% de muchachos sujetados a la circuncisión ritual y el 51% de ésos sujetados a la circuncisión médica satisficieron los criterios del DSM-IV para una diagnóstico del trastorno postraumático del estrés (PTSD).

Muchos hombres circuncidados quienes se han reconocido la pérdida de una parte erógena irreemplazable de su órgano sexual han divulgado el sufrimiento emocional, la pena, la ansiedad, la depresión y un sentido de la vulnerabilidad personal.

Las defensas psicológicas tales como entumeciendo emocional, evitando el asunto de la circuncisión, la negación y/o el enojo son consecuencias psicológicas potenciales a largo plazo del trauma de la circuncisión (Goldman, 1997, 1999).

La circuncisión se ha utilizado durante muchos siglos como una estrategia para reducir la satisfacción sexual en los varones (Maimónides, la traducción 1963 de Shlomo).

Immerman y Mackey (1998) han descrito la circuncisión como castración neurológica de baja calidad. Declararon que el queratinación resultante del glande del pene y el atrofia neurológico de los circuitos sexuales del cerebro ( debido a la pérdida de las terminaciónes nerviosas erotogenicas y a la pérdida resultante de la entrada sensorial al centro del placer del cerebro) reduzca la gratificación sexual.

Immerman y Mackey (1998) afirmaron que la circuncisión puede promover la disfunción sexual tal como eyaculación prematura, y por lo tanto también la reducción del placer sexual femenino.

Aparte de la respuesta sexual pobre incluyendo disfunción eréctil y la eyaculación retrasada resultando de la pérdida de la entrada sensorial erotogénica después de la circuncisión (véase Money y Davison, 1983), la información está emergiendo ahora en el rol del prepucio en la prevención de la eyaculación prematura (véase Boyle et al., 2002).

En una encuesta de las mujeres quienes habían tenido previamente la relación sexual con ambos hombres circuncidados y con otros hombres intactos, O'Hara y O'Hara (1999) encontraron que la relación sexual era perceptiblemente menos gratificante con los hombres circuncidados.

Asimismo, en una encuesta de las mujeres y de los hombres homosexuales quiénes habían tenido previamente la relación sexual con ambos los hombres circuncidados y los hombres intactos, también fue encontrado que los hombres circuncidados y sus parejas sexuales obtuvieron perceptiblemente menos satisfacción sexual (véase Bensley y Boyle, 2001).

Los hombres circuncidados quienes respondieron a estas encuestas expresaron el descontento perceptiblemente mayor con sus vidas del sexo que los hombres intactos (Boyle y Bensley, 2001).

Este resultado es constante con los resultados de Hammond (1997, 1999), que la circuncisión masculina puede impedir la intimidad psicosexual y emocional entre los parejas maritales.

Bensley y Boyle (2001), encontrado que los hombres circuncidados pues infantes o niños eran perceptiblemente menos probables utilizar condónes que hombres intactos, debido a la pérdida de sensación sexual ya sufrido de la circuncisión.

La sensación sexual deteriorada fue divulgada por el 84% de hombres circuncidados en la encuesta de Hammond (1997)

La separación de las terminaciónes nerviosas sensoriales erógenas en el prepucio del pene durante infancia conduce a atrofia de los neurones no-estimulantes en el centro del placer del cerebro durante el período de desarrollo crítico (Immerman y Mackey, 1998).

Entre los cambios estructurales que muchachos y hombres circuncidados tienen que vivir con incluyen las complicaciónes quirúrgicas tales como la piel con cola, la curvatura peniana debido a la amputación desigual del prepucio del pene, glande marcado con hoyos, ablación parcial del glande, cicatrizes prominentes o dentadas, neuromas dolorosas de la amputación, fístulas, frenillo seriamente dañado, estenosis meatal, y queratinación excesiva.

Otras complicaciónes documentadas que resultan de la circuncisión innecesaria incluyen la pérdida del pene entero (eg. el caso de David Reimer (Joan/John) – véase Colapinto, 2002), y la circuncisión relacionada con las muertes (estimadas 229 por año en los E.E.U.U. únicamente – véase Wallerstein, 1980).

En una encuesta de los hombres circuncidados vs. intactos, Gemmell y Boyle (2001) encontraron que hombres circuncidados eran a menudo infelices sobre siendo circuncidados, experimentaron la cólera significativa, tristeza, sintiéndose incompleta, engañada, daño, frustrada y violada.

Asimismo, Rhinehart (1999) divulgó que los problemas psicológicos fueron observados casi universalmente por el sus respondedores circuncidados.

Menage (1999) informó la evidencia de las síntomas duraderas como PTSD entre los hombres de mediana edad que fueron apenados psicologicamente sobre la cirugía sexual de la reducción impuesta como infantes o niños indefensos.

Los efectos del trauma de la circuncisión pudieron crónico y encajarse profundamente dentro del psyche inconsciente.

La evitación de la información nueva sobre las secuelas psicosexuales adversas posibles de la circuncisión puede conducir a la rigidez del pensamiento y una dependencia del dogma y de mitos culturales previamente adquirido para contrariar y someter dudas, de tal modo manteniendo armonía cognoscitiva (Boyle et al., 2002).

Conclusiónes

Hay el dolor severo de la circuncisión en los infantes y a niños no anestesiados, así como la sensibilidad aumentada del dolor por lo menos seis meses después de la circuncisión.

Muchos niños sujetados a la circuncisión consecuentemente estan traumatizados. Las síntomas como PTSD puede incluso persistir bien en los años del adulto (como una reacción secundaria a la realización de su sensación sexual reducida).

De hecho, la evidencia está montando ahora que la circuncisión puede causar la angustia psicológica por la vida.

Como Chamberlain (1998, p. 175) indicado, Los padres no estan adviertados que sus infantes aguantarán el dolor severo y se estarán privados de una parte funcional de su anatomía sexual para la vida.

La circuncisión no terapéutica de los menores masculinos ahora está siendo preguntada por los eruditos legales y éticos de una manera sin precedente (véase Boyle et al., 2000).

La comunidad de la salud mental puede contribuir a este conocimiento crecimiento del daño de circuncisión, por conduciendo las investigaciónes empíricas en las secuelas psicosexuales resultando de la circuncisión.

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